Entendemos fácilmente cuando el agua está contaminada, cuando una calle o vereda está sucia o cuando un alimento está en mal estado, pero somos incapaces de percibir si el aire que respiramos está viciado.
El mismo CO2 que exhalamos al respirar, es el que regula el clima en nuestra atmósfera.En esta simple intervención se establece un paralelismo entre los niveles históricos de CO2 en la atmósfera, que son el punto de partida para medir la ventilación en ambientes cerrados.Con la pandemia aprendimos que la ventilación en ambientes cerrados se puede medir con medidores de Aire Respirado (que miden PPM de CO2).
Así como las altas concentraciones de CO2 en ambientes cerrados son un riesgo para nuestra salud individual, las altas concentraciones de CO2 en la atmósfera son un riesgo para nuestra salud planetaria.Esta instalación busca llevar lo intangible a lo visible. Lo global a lo local. Sobrevivimos al siglo XX sanendo las aguas, solo sobreviviremos al s. XXI con aire limpio.

